El mecanismo funcionaría del siguiente modo: el aumento del viento solar y su campo magnético repele los rayos cósmicos que, de otra manera, bañarían la troposfera terrícola, lo que tendría como resultado menos aerosoles en la baja atmósfera y una disminución de la formación de nubes. A menor cobertura nubosa, más insolación y, finalmente, mayor temperatura. Una simulación ha puesto a prueba por primera vez dicha hipótesis.
Hasta el momento, la influencia de la ducha de radiación venida del espacio exterior en la creación de nubes no había sido verificada; los indicios a favor de la mencionada hipótesis se reducían a la existencia de una correlación estadística entre el flujo de radiación espacial y las nubes que cubren los océanos, defendida por el investigador danés Henrick Svensmark y su colega Friis-Christensen. Pero establecer un nexo causal a partir de una correlación requiere unas cuantas evidencias contantes y sonantes.
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Fuente: http://ecofield.com.ar
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