En una sociedad industrial altamente desarrollada, que se distinga por una permanente expansión de su producción de bienes de uso y por una superproducción en el sector, las empresas prestan cada vez más atención al diseño industrial como medio de promocionar y asegurar las ventas. Sin embargo, y debido a tales condicionamientos económicos, se relega el objetivo originario del diseño industrial, la elaboración de productos que satisfagan las necesidades del consumidor.
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En este texto se considera el diseño industrial como una disciplina de la configuración del entorno en sus dimensiones sociales, psíquicas, históricas, económicas y estéticas, con el fin, por un lado, de posibilitar, al usuario del producto una utilización más crítica del mismo y, por el otro, de inducir al diseñador industrial a orientar su actividad profesional atendiendo a los intereses del usuario del producto.
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